Los globeros occidentales y Bugno fueron consumadores

Hoy, 25 de abril del 99, a los 25 años de la Revolución de los Claveles, se ha producido una triste noticia: la escisión de la Iglesia Gobera Universal. Convocado el alto y bajo clero a la hora de rigor, eran las 8:40 cuando se habían reunido 7 purpurados: Monseñores J. Bugno, J.R. Escartín, P. Lejarreta, S.Olano (éste había dejado la púrpura por el clergyman), M. Güidi, E. Ullrich y M. Mauri. Monseñor Güidi comunica a las restantes eminencias que su Santidad Manolus Delgadus Totus Tuus tenía estigmas en una parte poco noble, por lo que no podía participar en el Vía Crucis, al menos en su totalidad. Acompañado de otra partida de clérigos fieles, acudiría media hora más tarde a hacer una pequeña penitencia. Ante semejante perspectiva, convencidos por la prédica de Monseñor Bugno de la conveniencia de cumplir con los mandamientos del Maure Globero, le siguen los pasos los purpurados Ullrich, Lejarreta y Escartín, quedándose las restantes eminencias, solidarias, pero poco partidarias de la mortificación, a esperar a su Santidad y acompañarlo en su peregrinaje y contrición.

Oficiando como Patriarca de la Iglesia Globera Oriental, monseñor Bugno (sea anatema) propone a los tres purpurados occidentales (sean también anatemas) un Vía Crucis que permitiera volver al seno del resto de la Iglesia globera a mediados del recorrido sin que se pudiese hablar con propiedad de herejía con respecto a los mandamientos globeros, esto es, la peregrinación propuesta en el anterior Concilio y promulgada en la Encíclica de la Web del 22x28 desde hacía tiempo.

Así, el recorrido propuesto sería Torre del Mar, El Trapiche, Triana, Cútar y el cruce con El Trapiche, donde estaban seguros de ser acogidos con benevolencia por su Santidad y restantes eminencias. El Vía Crucis se realizó bajo la tutela del Patriarca Bugno, al que se le conoce por sus veleidades habituales al entender a su manera los Mandamientos Globeros. Los cuatro realizaron en unidad y armonía todo el recorrido, tratando durante el recorrido sesudos problemas teológicos y relevándose periódicamente en la guía espiritual del grupo. La única contingencia digna de reseñarse fue la aparición del Maligno en forma y sustancia de enorme perro pastor a la altura de Triana, que estuvo a punto de tirar a su eminencia Lejarreta por los suelos de la perdición.

De esta manera, los cuatro realizaron su penitencia y llegaron a las once de la mañana al cruce del Trapiche, donde pensaban que estaría reunido todavía el Sínodo Globero en el que se produciría la reunificación, volviendo todos al Rincón en paz y concordia. Sin embargo, esto no fue así, puesto que el cónclave se había disuelto, por lo que no tuvieron otra opción de alimentar sus cuerpos previamente mortificados, eso sí, con alimentos o bebidas nada heréticas, como cervezas, bocadillos de jamón, queso o tortilla de chorizo.

La vuelta se realizó a las 11,30. De nuevo se fueron relevando (excepto su eminencia Lejarreta, que se había mortificado más de lo cristianamente razonable en el Vía Crucis realizado) y llegaron hacia las 12,30,esperando volver a reunirse en el seno del Sínodo Gobero en el habitual refectorio de Manolo en el Rincón. Sin embargo, esto no sucedió, pues su Santidad y los restantes purpurados habían dado por terminado el Sínodo. Compungidos ante la duda de si serían excomulgados, procedieron a dirigirse hacia sus respectivas diócesis en espera de las próximas bulas papales. Habían realizado una penitencia de 85 km en 3 horas y 35 minutos, a un promedio de 24,5 km.

Esta parte de la crónica fue realizada por nuestro Padre Escartín